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miércoles, 17 de octubre de 2012

EL PALACIO DE LA LUNA (PAUL AUSTER)


  
Creo que este autor no necesita ninguna presentación, todos sus libros son mundialmente famosos y cuenta con millones de fieles lectores. Había leído hace años Trilogía de Nueva York y Creía que mi padre era Dios y prometí seguir descubriendo los entresijos de las obras del autor del azar y las bifurcaciones que resultan del mismo. Uno de mis amigos del facebook  dio las buenas noches a sus amigos de la red con un párrafo de este libro y enseguida se encendió la luz,.El título ya me sedujo, y en cuanto tuve ocasión adquirí un ejemplar, el cual devoré sentaica en mi silla de la playa.



 Marco Fogg está a las puertas de la edad adulta cuando los astronautas ponen el pie en la luna. Hijo de padre desconocido, fue educado por su excéntrico tío Victor, que tocaba el clarinete en orquestas de mala muerte. Cuando muere el tío, Marco cae progresivamente en la indigencia y la soledad hasta que la bella Kitty Wu lo rescata. Marco empieza a trabajar para un anciano paralítico y escribe su biografía que quiere legar a su hijo desconocido. Tras un periplo marcado por el influjo de de la luna, Marco descubrirá los misterios de su origen y la identidad de su progenitor.

Un libro contado a tres voces, con bifurcaciones a historias que bien podrían subsistir por separado y las que Auster ha unido mediante los personajes que coinciden en la historia gracias al azar. La orfandad, la soledad, el silencio y la casualidad están presente a la largo de la lectura. El principio del libro se centra en la vida y desventuras de Marco hasta que es rescatado por Kitty Wu, con la que inicia una interesante historia de amor. En esta época conoce a Effing, un anciano paralítico, extraño y misterioso con el que va a iniciar un viaje al pasado y con el que Auster adentra al lector en una rocambolesca historia en mitad del antiguo Oeste la cual enlaza con la historia del hijo de Effing y el pasado de Marco.
Auster monta un tejemaneje inteligente con el que te va atrapando página a página. Presenta los hechos, cuece a fuego lento y cuando te quieres dar cuenta estás metida hasta las trancas en la historia. Es fácil de leer, sin embargo, la complejidad estructural es enorme, está perfectamente planificada y enlazada. No deja nada al azar aunque, paradójicamente sea el azar el hilo invisible que ata a los personajes. La sensación de estar al borde del precipicio es constante y los giros en las historias hacen la narración más viva. Muestra en los personajes de Marco y Effing el concepto de libertad expresado y llevado de diferentes maneras, aunque ambos hayan sido esclavos de las consecuencias que han acarreado dicho concepto.¿Y la luna?¿Qué pinta la luna? Pues es el nombre de un restaurante chino y la testigo muda del puzzle de historias qué es este libro. El final es que no quieres que haya final, lo mascas, lo saboreas lo digieres y se queda para siempre en tu memoria. Un imprescindible de cualquier estantería.


“Hicimos el amor durante varias horas en la decreciente luz vespertina del apartamento de Zimmer. Sin duda, fue una de las cosas más memorables que me han sucedido nunca y creo que al final estaba completamente transformado por la experiencia. No estoy hablando solamente de sexualidad ni de las permutaciones del deseo, sino de un espectacular derrumbe de muros interiores, de un terremoto en el corazón de mi soledad. Me había acostumbrado de tal modo a estar solo que no creí que algo semejante pudiera ocurrirme. Me había resignado a cierta clase de vida y luego, por razones totalmente oscuras para mí, aquella preciosa muchacha china había caído ante mí, descendiendo de otro mundo como un ángel. Hubiera sido imposible no enamorarse de ella, imposible no quedar arrebatado por el simple hecho de que estuviera allí.”

Preparad el lápiz que habrá párrafos que no dejaréis escapar.....


DE NUEVO EN CASA




Desde el rincón de dónde marché os escribo para saludar e informar del retorno de la aventura que un día abandoné. Llevo meses  madurando la idea de volver a las reseñas, pero hasta que no he sentido las ganas e ilusión, no he decidido ponerme a ello. Desde aquí, doy las gracias a todos los que me han animado a hacerlo. Desde que abandoné, raro es el mes que no recibo un email  de anónimos que se dan un paseo por el blog, y me alientan a que siga. Me produce una gran satisfacción saber que, a pesar, de mi larga ausencia, hay navegantes que dedican tiempo a mi pequeño espacio. Por ellos, por mí y por todos los amigos blogueros con los que compartía impresiones y el gusto por la lectura, vuelvo al lugar que un día construí y del que me marché sabiendo que iba a volver. Y la mejor manera de hacerlo es con una reseña. ¡Espero que os guste! (Espero no estar muy oxidadilla)